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Antes de decir tu precio, haz esta pregunta...

Antes de decir tu precio, haz esta pregunta...


Hace años, cuando alguien me preguntaba:

“¿Cuánto cobras por una capacitación?”

…yo respondía con un número casi de inmediato.

 

Según yo, estaba siendo eficiente.

Rápido.

Profesional.

 

Pero en realidad estaba haciendo lo que hacen los vendedores con poca experiencia: Adivinar.

 

Estaba cotizando sin saber realmente qué quería la otra persona, qué problema quería resolver ni qué valor representaba para su negocio el resultado que esperaban obtener.

 

Era como si alguien me dijera: “Quiero que me construyas una casa. ¿Cuánto me cobras?”

Y yo, muy seguro, respondiera: “Pues… depende, ¿no?”

Exacto, Depende.

 

Pero durante años yo daba mi precio sin entender ese “depende”. Hasta que aprendí una frase que me cambió por completo la forma de cotizar: Un precio sin contexto es solo un número lanzado al aire.

 

El error: dar un precio antes de entender el resultado.

Cuando alguien te pregunta: “¿Cuánto me cobras por hacer X?”

Tu cerebro quiere dar una respuesta inmediata.

 

Sientes la presión de no perder la oportunidad. Quieres quedar bien. Quieres avanzar.

 

Pero los profesionales no caen en esa trampa.

Los amateurs dan un número.

Los profesionales hacen una pregunta:

 

“¿Qué resultado estás buscando lograr con esto?”

 

Porque no se trata de vender algo. Se trata de entender qué problema tiene la otra persona y cuál es el valor del resultado para su negocio, su equipo o su operación.

 

Antes de hablar de precio, necesitas saber:

  • ¿Qué significa éxito para ese cliente?
  • ¿Qué tan urgente es la necesidad?
  • ¿Qué pasa si ese problema no se resuelve?
  • ¿Qué valor tiene para ellos resolverlo?
  • ¿Qué esperan obtener al final?

Cuando no tienes este contexto, básicamente estás cotizando a ciegas.

 

Sin claridad, tu precio será siempre un “más o menos”.

Poner un precio sin hacer preguntas es como adivinar cuántos cuartos quiere una persona en la casa que te está pidiendo que construyas.

¿Dos habitaciones?

¿Diez?

¿Una planta?

¿Tres?

No puedes dar un precio sin saberlo.

 

Y pasa lo mismo con tus servicios.

Por ejemplo, dos empresas pueden pedirme exactamente el mismo taller, pero no necesitan lo mismo.

 

Una puede querer recuperar clientes perdidos. La otra puede querer cómo crear clientes leales. El taller puede ser uno muy similar, pero el resultado esperado, no.

 

Y el resultado esperado afecta tu enfoque, tu tiempo, tu preparación… y por supuesto, tu precio.

 

El precio llega hasta el final, no al principio.

Muchos vendedores creen que dar el precio rápido les hace ver profesionales. Pero los profesionales saben que el precio es la última parte de la conversación, no la primera.

Primero exploras.

Luego entiendes.

Después defines.

Y solo entonces… cotizas.

 

Porque cuando entiendes el resultado que el cliente quiere lograr, puedes:

  • Decidir si realmente puedes ayudarlo
  • Ajustar tu propuesta al resultado que busca
  • Cobrar por el impacto y no por las horas
  • Explicar tu enfoque de manera más estratégica
  • Y sobre todo… cobrar con claridad y confianza

 

Tu precio debe estar alineado al valor del resultado.

Cuando cotizas basado en horas o en “lo que usualmente cobras”, pierdes poder.

Pero cuando cotizas basado en:

  • El valor del problema
  • La urgencia
  • El impacto del resultado
  • El costo de no resolverlo
  • La transformación que puedes generar

 

Tu precio deja de ser un gasto y se convierte en una inversión.

Ahí es cuando el cliente deja de regatear.

Ahí es cuando tu trabajo deja de verse como “un servicio más”.

Ahí es cuando te eligen como un aliado, no como un proveedor.

 

En resumen: no des tu precio hasta entender qué se supone que estás resolviendo.

La próxima vez que alguien te pregunte: “¿Cuánto me cobras por esto?”

Respira.

No corras.

No des el número.

 

Mejor pregunta: “Antes de darte un precio, ¿qué resultado esperas lograr con esto?”

 

Esa pregunta, tan simple, cambia toda la conversación porque deja de tratarse de lo que vendes y empieza a tratarse de lo que el cliente necesita lograr.

 

Y cuando entiendes ese resultado, puedes cotizar con claridad, confianza y estrategia.

 

¡Muchas gracias por darte la vuelta!

 

Si no estás 100% convencido de tus resultados de ventas y/o quieres reducir la pérdida de clientes, échame un grito, porque me encantaría ayudarte.

 

Daniel Rodríguez de la Vega

TED Speaker, Mystery Shopper de por vida y Fundador de CRECES

 

daniel@crecesmx.com

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