Hace poco fui a un restaurante con mi hijo y cuando me entregan el menú, pregunté si había platillos para niños y me contesta el mesero: “si no viene en el menú, entonces no hay”. Entiendo su punto, pero se me hizo un poco ruda su respuesta. No le di mucha importancia, terminamos de comer y nos fuimos. Ahora te cuento otra historia y al final la comentamos. Ayer me tocó ir al super y estaba buscando unas tostadas de arroz y no más no daba con ellas. Por ahí vi a uno de los que están acomodando productos en los anaqueles y traía el uniforme del súper. Le pregunté por el producto y me dice: “no sé cuáles son, pero déjeme buscarlos en la página”. Los busca con su celular y me dice: “ya sé cuáles son” y me llevó al pasillo donde estaban. Y si, ahí estaban, le di las gracias y me fui. Después de esta experiencia, me quedé pensando en las dos historias y la diferencia que hubo en cada una de las respuestas de las personas. A veces un cliente hace una pregunta y no entiende la respuesta
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