Hace unos días fue el cumpleaños de mi hijo y uno de los encargos que me dieron fue, pasar por el pastel. Llego a la pastelería, escojo el sabor, pago, me lo entregan y en cuanto llego a la casa, mi esposa me pregunta: ¿y la vela? Buena pregunta, le dije. Pero ahorita regreso por ella. Mientras iba en camino por la vela, me quedé pensando en la situación. La verdad es que a mi nunca se me ocurrió lo de la vela, aunque pudiera parecer tan obvio. Pero también me pregunté, ¿por qué la señorita que me atendió, no me la ofreció? Ya he comentado en otros artículos sobre la famosa venta cruzada y la venta hacia arriba. Venta cruzada es ofrecer un producto complementario y la venta hacia arriba es ofrecer un producto de mayor valor y con un extra en el precio. Imagínate que cuando me entrega el pastel, me dice: “¿Algo más en lo que lo pueda ayudar? Tenemos estas diferentes velas, en caso de que el pastel sea para un cumpleaños”. – “Fíjate que sí es cumpleaños, así que sí me llevo una”.
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